Drácula – Bram Stoker
La terrorífica historia del vampiro más famoso de todos los tiempos y obra
suprema de la Literatura Gótica. El Conde Drácula nos cuenta sobre las macabras
intenciones de Drácula por conseguir a Mina y quedársela para sí a cualquier precio, y la
lucha pertinaz que emprenden Jonathan (prometido y posteriormente esposo de Mina) y sus amigos por
arrebatársela y salvarla de una existencia demoníaca.
Del escritor irlandés Bram Stoker 1897, esta es una edición del Grupo Anaya,
2012.
Ciertamente es una obra que está bellamente escrita y el autor no
escatima en epítetos a la hora de describirnos cada escena y los
acontecimientos que la rodean.
El carácter de cada personaje está claramente diferenciado y nos
introduce a la sociedad europea del siglo XIX, sus maneras y sus costumbres. Tómese
textualmente, ya que antes de emprender esta lectura es necesario tener en
cuenta estas características y considerar que la obra fue escrita para la
audiencia de aquel entonces. De ahí que algunas modificaciones se hayan llevado
a cabo en las cintas cinematográficas más contemporáneas para adaptar la
historia y la trama a las expectativas de la generación del momento.
Considero pertinente hacer la aclaración porque fue justo lo que me ocurrió en esta ocasión que, influenciada
como estoy por mi propia generación con vampiros como Lestat y Louis, caí en el
error de suponer que vendría algo similar.
Los vampiros como los conocemos hoy son individuos cuya apariencia es invariablemente
la misma: cabello oscuro, piel clara y labios rojos y sensuales. Poseedores de un encanto
arrollador que les permite ejercer un hechizo sobre sus víctimas, quienes incapaces de resistirse acceden
dócilmente a sus demandas.
Pero adivinen qué… nada pudo distar más de este idílico concepto que el
Conde Drácula. El señor Stoker, en su obra, introduce a un personaje que poco o
nada guarda relación con el conde que personifica Gary Oldman por ejemplo. En lugar de
ello, nos presenta a un personaje que carece por completo del poder de cautivar
a su presa y dominarla sin que ésta se percate de ello. Aquí encontramos a un ser harto desagradable con una apariencia desaliñada:
un sujeto encorvado con un perfil de pájaro que expele un pestilente aliento
por su boca. En consecuencia, Drácula no tiene más alternativa que tomar a sus
víctimas por la fuerza y someterlas. Toda una decepción a mi juicio.
En el encuentro con Mina, o más bien debería decir el asalto a Mina, se describe un
ataque tan brutal que sólo puede ser comparado con una violación sexual. ¿Dónde
queda esa lucha interna a la que es sometida la víctima que, consciente de
que no debería acceder en realidad lo desea?
En cuanto al discurso, este puede sonar un poco acartonado y afectado en
estos tiempos, pues me recordó el formalismo al que con tanta obstinación se incurre en Romeo y Julieta. La formalidad excesiva con que se dirigen los personajes unos a
otros convierten el diálogo en una disertación artificial carente de
espontaneidad a la cual no estamos acostumbrados en estos días.
Bueno este libro sentó las bases de lo que es un vampiro, sí bien como mencionas Drácula no cuenta con el encanto de los "vampiros" de hoy en día, no había necesidad, dado que él cometía sus ataques sin que su victima se diera cuenta y como se ve en la novela tiene influencia en las personas y puede dominarles para que vayan hacia él, por lo que no hay una necesidad de ser seductivo. Es una de las mejores novelas epistolares que he leído y es un clásico, si es verdad que hay ocasiones en que la novela se mueve algo lento, es aceptable. Lo que sí no puedo dejar pasar fue la pelea final, la cual se termina tan rápido como inicia, lo cual te deja un mal sabor de boca.
ResponderEliminarHola Gustavo, la verdad no capté el dominio que ejerce Drácula en sus víctimas, más bien me pareció pura fuerza bruta, nada excepcional.
EliminarCiertamente muchas obras caen en el mismo error: el de crear una gran expectativa para luego resumir el final en un par de líneas (un párrafo a lo sumo).
Gracias por opinar.
Saludos