2013, primer libro de la trilogía del irlandés Seth Patrick que nos introduce en un contexto
donde reside un selecto grupo de individuos cuya peculiar habilidad consiste en poder
resucitar a las personas que han fallecido recientemente, logrando con ello que
los familiares más cercanos tengan ocasión de dar un póstumo adiós; y en casos
de homicidio que la víctima provea información a las autoridades que conduzca a la captura del agresor.
El protagonista, Jonah Miller es el reviver
(ignoro por qué en el libro no se traduce este término); el principal
elemento del Servicio Central de Resucitación Forense del FBI, y como tal se le
reserva para los casos de reanimación más complejos. Durante una de las resucitaciones a su cargo Jonah advierte con horror la presencia de un ser extraño
que lo observa a través de los ojos de la víctima, dejándole saber que
existe otro mundo con seres que habitan más allá de la muerte y que sólo con
sujetos como Jonah pueden ellos establecer contacto.
No es hasta que Jonah es elegido para llevar a cabo la resucitación de
Daniel Harker que se desarrolla la historia principal de la obra. Una vez concluida
la reanimación, Daniel establece un contacto directo con el reviver y lo guía paso a paso hasta
desmantelar una organización que pretende traer a este mundo a los entes
malignos que intentan irrumpir en nuestro plano.
Tan pronto como supe de este libro corrí rauda con entusiasmo a leerlo!
Era mi tipo de lectura favorito: gótico, con un toque paranormal, un argumento
que intenta exponer lo que sucede después de la muerte, con una fotografía inquietante en la
portada; en conclusión, todo apuntaba a que este libro se
convertiría en breve en uno de mis predilectos. Sólo basta abrir el libro en la
primera página para que quedes sumergido en la escalofriante escena de la primera resucitación,
en la que confirmas que, efectivamente el libro cumple con lo que promete.
No obstante, a medida que iba adentrándome en la lectura, me fui percatando, para mi más
profunda decepción, de que la historia no gira alrededor del factor paranormal, ni en
las resucitaciones en sí, ni tan siquiera en los seres extraños que habitan el
más allá; sino en los pormenores puramente técnicos y menos relevantes (desde mi punto de
vista) que rodean la trama central. Me explico; las descripciones interminables
sobre el instrumental requerido que los revivers
y todo su equipo deben utilizar para llevar a cabo las resucitaciones; los
medicamentos que debían consumir los revivers
tras haber practicado una reanimación ya que ésta trae consigo consecuencias inusitadas
como los remanentes que demandan un tratamiento a base de fármacos cuyos
componentes, combinaciones y efectos secundarios constituyó un tema de profunda
disertación para el escritor. En consecuencia, las escenas de vuelta a la vida de los cadáveres son escasas con relación
al resto de información que nos muestra la obra.
Ni qué decir de las eternas sesiones que provee el autor con datos históricos
sobre los antecedentes que constituyen el surgimiento del Servicio Central de
Resucitación Forense, son francamente insufribles. La narración, con demasiada frecuencia,
se va por entre las ramas y se aleja por completo del argumento central hasta
convertir la lectura en un verdadero ladrillazo. A menudo me preguntaba: ¿Qué
relación guarda esto con la prometedora sinopsis que leí en la portada?
Ciertamente el autor hace gala de una gran facilidad para detallar
procesos, antecedentes, datos de toda índole, pero… a mi juicio redunda de manera tan obsesiva en los detalles, es decir, en la forma, que cae en el error de perder de
vista el fondo (el argumento central), los motivos que condujeron al lector a sumergirse en el libro en primer lugar. Quizá si la obra fuera presentada al lector bajo otra categoría el libro pudiera cumplir con su cometido y sería una gran obra,
pero simplemente se recurrió al elemento fúnebre y paranormal meramente como gancho publicitario.
Pues bien, si en un comienzo no podía esperar a leer la saga completa,
ahora, tras haber leído el primer libro francamente dudo de contar con el
entusiasmo suficiente para leer el
segundo (seguro no lo haré próximamente).
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