Publicada en 2010, Juntos es
la primera parte de la trilogía que cuenta la historia del triángulo amoroso de
Cassia, Xander y Ky. La novela está ambientada en una distopía futurista en la
que la Sociedad es la Autoridad Suprema y dicta cada aspecto
de la vida de sus habitantes, desde el atuendo que deben llevar puesto, una
dieta personalizada, el campo laboral al que deben dedicar su tiempo, la pareja
que cada ciudadano tendrá por el resto de su vida, hasta la fecha y
circunstancias en que cada individuo debe morir.
Cassia Reyes, la protagonista de la
serie, ha llegado a sus 17 años, edad en la que debe prometerse a un chico
elegido por la Sociedad. Esta elección se lleva acabo basándose en las
características físicas compatibles entre ambos sujetos para constituir parejas
con intereses de reproducción, de esta forma engendrar los mejores ejemplares
humanos y con ello perpetuar la raza.
Todo marcha estupendamente, Cassia llega al paroxismo de la emoción cuando ve el rostro de su mejor
amigo, en la pantalla gigante durante su banquete de emparejamiento,
pues Xander es un chico con todas las virtudes al que una joven puede
aspirar.
No obstante, su vida se desestabiliza
cuando ella intenta acceder a la información personal de Xander a través de una
microficha que los oficiales de la Sociedad le entregan durante la ceremonia
del banquete, y en su lugar aparece la fotografía de Ky Markham. Este suceso
produce que Cassia se cuestione sobre lo imparcialidad del dictamen expedido
por la Sociedad. A partir de entonces Cassia fijará su atención en Ky, intentará conocerlo mejor y descifrar su particular personalidad. Ky ocupa un lugar ambiguo en la jerarquía social, que no sabemos en qué consiste (al menos en el primer libro) ni qué circunstancias lo convirtieron en tal.
El triángulo amoroso entre los
protagonistas constituye el argumento central de la obra, que en mi opinión no
tiene mucho de especial. Lo que sí resulta interesante, desde mi punto de
vista, es la distopía en que se desarrolla la historia; ésta tiene algunas ventajas a mi parecer, veamos:
- Un grupo de trabajadores se
encarga de preparar las comidas diarias con el aporte calórico y
vitamínico diseñado a medida para cada comensal, y enviado a su domicilio,
humeante y servido en un contenedor de aluminio.
- Adicionalmente, a cada ciudadano
se le suministra una cajita que contiene tres clases de pastillas, unas
verdes, otras azules y otras rojas. Cada una está diseñada para suplir una necesidad diferente.
- Por otro lado, debido a la
vigilancia permanente por parte de los Oficiales de la Sociedad y las
reglas impuestas por ésta, el índice de criminalidad es mucho más bajo.
- No existen divisiones por clases
sociales que diferencien a las personas, excepción hecha por los
aberrantes que representan un porcentaje menor.
- El edicto que decreta que los
ciudadanos deben morir a los 80 años también tiene su lado positivo en mi
opinión, puesto que es la edad en que la Sociedad estatifica que un ser
humano todavía cuenta con una calidad de vida, ya que en términos
generales se han erradicado las enfermedades terminales, siendo el
objetivo principal que el individuo no padezca los sufrimientos de una
dolencia física antes de su muerte. Se presume pues, que rebasado este
punto el paciente ya no estará en condiciones para seguir llevando una
vida digna y es menester que sobrevenga la muerte. De igual modo, se busca
que el sujeto experimente su muerte en su hogar, en compañía de su familia
y amigos, en lugar de padecerlo en solitario o en un lugar inhóspito.
El lado perverso de esta medida, sin
embargo, es que en vez de permitir al paciente solicitar libremente la
eutanasia, éste es obligado a consumir una cena previamente envenenada el día de su
octogésimo cumpleaños, lo que por ende convierte el método en un homicidio.
Otra medida extrema, aunque en menor
escala, constituye el hecho de que a ellos se les prohibe tener entre sus
posesiones lo que se denomina como Artefactos, es decir, pequeños souvenirs que todos
conservamos porque nos trae buenos recuerdos.
Ahora bien, creo que la mayor pérdida
en esta distopía constituye la falta de libertad para crear; estos sujetos
deben reprimir todo impulso de generar un contenido original, convirtiéndose en
un acto ilegal componer poemas o tan siquiera leerlos, así como se incurriría igualmente en
una infracción disciplinaria contra el sistema el mero ejercicio de escribir a
mano; pues sólo están autorizados a digitar en un teclado.
Debo decir que he leído muchas
críticas negativas acerca de este libro, al parecer no tuvo mucha aceptación
por parte de los lectores en general; no sé si quizá por ello yo no esperaba
mucho de esta lectura; no obstante, no me decepcionó en realidad. Aparte de la
historia de amor que aunque tuvo sus momentos románticos creo que pasa sin pena
ni gloria, sí encontré la distopía bastante interesante, y creo que es eso
justamente lo que me llevará a leer la segunda parte del libro. Por otro lado
deseo saber qué sucede con Ky y qué hizo su padre que le convierte en alguien singular.
Caminos Cruzados
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