Publicado en 1971. Esta compilación de historias de terror promete mantenernos en vela durante toda la noche. Daphne du Murier nos guiará a través de laberintos de misterio de la mano de sus desesperados personajes; pobres almas que lucharán por encontrar la salida. Hechos siniestros les agobiarán y les conducirán a un desenlace desastroso, pues no hay cabida para finales felices donde sólo acontece el horror y la incertidumbre.
No mires ahora (Don’t Look
Now)
Desde el fallecimiento de
su hija, John y su esposa Laura deseaban
visitar Venecia durante las vacaciones y pasar unos días descanso como turistas
acudiendo a algunos de los museos y restaurantes locales. Todo transcurría con calma
hasta que conocen a unas gemelas, viajeras también; y siendo una de ellas psíquica
les asegura que ella puede sentir la presencia de su hija sentada al lado de
la madre mientras conversan. Esta confidencia espolea las ansias de Laura por contactar a su hija Christine una última vez, pues la pérdida de su niña ha
sido la tragedia que no ha podido superar. No obstante, a John no le convence la
supuesta habilidad de la mujer de establecer comunicación con su hija muerta;
aquello podría ser un intento de embaucarles y tomar ventaja de la
inestabilidad de su esposa.
Esta es la historia de
apertura de la obra y la que más me atrajo; gran suspenso, un argumento
atractivo y un final impredecible, aunque… un poco decepcionante. Yo esperaba tener
la oportunidad de conocer un poco más el personaje de Christine, que de hecho
hubiera habido un episodio en el que se estableciera alguna interacción con ella, y
observar cómo se desarrollaba la historia a partir de ese punto. Pero nada mínimamente
relacionado ocurrió, el relato simplemente tomó otro rumbo y se alejó
de lo que en un principio parecía apuntar.
Me gustó la historia No
Después de la Medianoche (Not After Midnight) en la que un profesor viaja a Creta para pasar unos días y dedicar un tiempo a su pasatiempo preferido, la pintura al óleo. Él
renta una cabaña y comienza su obra cuando un vecino suyo le invita unas
cervezas y le confiesa que el residente anterior de su cabaña era un tipo bastante
parecido a él y que había muerto bajo circunstancias extrañas.
Una vez más, el argumento es atrayente y prometía mucha emoción; se podía palpar la ansiedad del personaje y sus ansias de escapar de la isla. No obstante, a mi parecer la persecución se dilata
demasiado y la narración va perdiendo la cadencia del comienzo y en consecuencia le resta emoción al cuento.
Un Caso Extremo (A Border-line Case), tuvo un
comienzo espléndido. En el lecho de muerte de su padre una joven se entera de que había muerto sin haber hecho las paces con un excompañero de las Fuerzas
Armadas. Ahí mismo decide entonces dar con el paradero
de este amigo e intentar enmendar los errores de su padre.
A pesar del estupendo
comienzo de este cuento, la historia se ralentiza y se extiende de forma innecesaria
hasta llegar al punto del estancamiento. Esta tarea francamente me superó y dejé la lectura inconclusa
por un tiempo. Al cabo de unos meses retomé la lectura, puesto que en general prefiero terminar los libros que he empezado.
El mismo patrón se ve
reflejado en El Camino a la Cruz (The Way of the Cross) y El Hallazgo (The Breakthrough); escenografías y argumentos
geniales, pero una vez rebasada la introducción un recorrido considerable toma lugar antes de tocar el momento cumbre, y con frecuencia culmina con un final flojo.
Los primeros cuentos son
sin duda los mejores; la calidad de los siguientes decrece notablemente,
supongo que la distribución apunta a mantener al lector enganchado por más
tiempo. En general, las historias
mantienen al lector en ascuas por un tiempo, pero a medida que avanza la narración el suspenso se pone soso e insustancial para mi gusto. Creo que la escritora utiliza muchas palabras y se extiende en una perorata que, en contraste, es abrupta y súbitamente interrumpida por un desenlace cortísimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario