Publicado en 1980, segunda
parte de la saga Dollanganger, precedida por Flóres en el Ático y sucedida por
Si Hubiera Espinas. Una vez los tres hermanos Dollangager han logrado escapar
de un encierro de tres años en el ático de la mansión de su abuela encaran un
futuro incierto.
Toman un autobús rumbo a la Florida aunque ellos huyen sin un
destino definido. En el colectivo conocen a una buena mujer que los lleva hasta la residencia
de su empleador, el doctor Paul Sheffield, para que les ofrezca ayuda. El
médico conmovido por la suerte de los hermanos dispone acogerlos en su hogar y
realiza los trámites necesarios para obtener la custodia de los niños.
Tras un tiempo de
adaptación Kathy retoma su formación como bailarina de ballet, Chris se inscribe en el programa de medicina en la universidad, y Carrie entretanto terminará sus
estudios de escuela primaria en un instituto.
A pesar del alivio que les produjo la huida del infierno, las experiencias pasadas siguen pesando en el ánimo de los tres
hermanos, pues ahora son tres recordemos que Cory murió a causa de
envenenamiento ocasionado por la abuela y la madre durante el cautiverio. Como resultado a Cathy sólo la impele el deseo de venganza, los abusos tormentosos durante
los últimos años todavía anidan en su memoria.
Chris es quien mejor ha
asimilado la traición de su madre y en un esfuerzo logra que los sentimientos
hacia ella no afecten la nueva oportunidad que le ofrece Paul, pues ahora se
siente listo para empezar una vida y emprender la aventura de convertirse en médico.
Carrie en cambio se debate en una lucha interna y aún continúa sin superar la
tragedia de perder a su gemelo, esta experiencia y el encierro en la mansión
Foxworth generaron un retraso en su crecimiento, razón por la cual su apariencia
es la de una niña menor de su edad. El desamor y desprecio de la madre la
hunden en un pozo de tristeza insuperable.
Todos estos motivos
incitan a Cathy a fraguar una venganza contra su madre, y no tendrá reparos en
recurrir a cualquier artilugio que le conduzca a la consecución de su objetivo; inclusive si ello
le genera distanciamientos con su hermano Chris. No sólo este altercado los mantendrá apartados sino la resolución de Cathy de que ambos deben encontrar otras relaciones y evitar así cualquier acercamiento incestuoso entre ellos.
Pétalos al Viento tal como
sucede en Flóres en el Ático está lleno de tragedia, una tras otra, tras otra;
de modo que el lector estará sujeto al libro hasta el final. Como si hubiese sido poco
con los sucesos funestos de la primera parte aquí encontraremos otra sucesión
de eventos fatídicos que incluye la muerte inesperada y siniestra de algunos de los
personajes principales, este libro está lleno de hechos desconcertantes, y desde luego, el conocido incesto entre los personajes tiene una secuela en esta segunda parte.
El final del libro
justifica cualquier espera. En él hayamos que el anhelo de venganza ciega cualquier destello de moderación;
ésta constituye una fuente de discrepancias entre los dos hermanos Cathy y
Chris. Quizás Chris conmueva al lector por su actitud pacífica y su capacidad
para olvidar cualquier ofensa y despojo que haya sufrido en el pasado, pero a mi juicio este personaje es demasiado
bueno, es decir, más allá de lo aconsejable, es el tipo de persona que todo lo
tolera y todo disculpa con la excusa de evitar rencillas. Encuentro más lógico el
proceder de Cathy; aunque la venganza implique violencia no considero que la
tolerancia sea la mejor opción en este caso, y a mi juicio la revancha
trajo algo de justicia a ambos personajes (la madre y la hija).
kırşehir
ResponderEliminarkırıkkale
manisa
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S688